PERSONAJE DE MISERICORDIA
—Ayer—dijo Demetria quitándole la teta a la niña—, bien lo vide. Le trajeron...
—¿Qué?
—Pues un arroz con almejas, que lo menos había para siete personas.
—¡A ver!... ¿Estás segura de que era con almejas? ¿Y qué, golía bien?
—¡Vaya si golía!... Los cazolones los tiene en ca el sacristán. Allí vienen y se los llenan, y hala con todo para Cuatro Caminos.
—El marido...—añadió la Burlada echando lumbre por los ojos—, es uno que vende teas y perejil... Ha sido melitar, y tiene siete cruces sencillas y una con cinco riales... Ya ves qué familia. Y aquí me tienes que hoy no he comido más que un corrusco de pan; y si esta noche no me da cobijo la Ricarda en el cajón de Chamberí, tendré que quedarme al santo raso. ¿Tú qué dices, Almudena?
Misericordia es una novela del escritor español Benito Pérez Galdós publicada en la primavera de 1897, dentro del ciclo "espiritualista" de las "Novelas españolas contemporáneas". A la venta pocos días después de ser concluida, se publicaron fragmentos de promoción en El Imparcial y El Liberal que no fueron suficientes para evitar que cayera en el olvido; habrían de pasar más de treinta años para que se imprimiese una segunda edición.
Dice Galdos:
"En Misericordia me propuse descender a las capas ínfimas de la sociedad matritense, describiendo y presentando los tipos más humildes, la suma pobreza, la mendicidad profesional, la vagancia viciosa, la miseria, dolorosa casi siempre, en algunos casos picaresca o criminal... Para esto hube de emplear largos meses en observaciones y estudios directos del natural, visitando las guaridas de gente mísera o maleante que se alberga en los populosos barrios del sur de Madrid. Acompañado de policías escudriñé las "casas de dormir" de las calles de Mediodía Grande y del Bastero, y para penetrar en las repugnantes viviendas donde celebran sus ritos nauseabundos los más rebajados prosélitos de Baco y Venus, tuve que disfrazarme de médico de la Higiene municipal. No me bastaba esto para observar los espectáculos más tristes de la degradación humana, y solicitando la amistad de algunos administradores de las casas que aquí llamamos "de corredor", donde hacinadas viven las familias del proletariado ínfimo, pude ver de cerca la pobreza honrada y los más desolados episodios del dolor y la abnegación en las capitales populosas..."
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